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Descartes (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

"No hay ningún fenómeno en la Naturaleza
cuya explicación haya sido omitida en este
Tratado"

Así que por éste y por muchos otros
motivos, los plantea-mientos cartesianos contribuían
más bien a que la Filosofía continuara siendo "la
sierva de la Teología" en lugar de volver a ser una
auténtica aspiración al conocimiento. Parece, por
ello, que, si la Filosofía y la Ciencia pudieron liberarse
de su servidumbre de las doctrinas religiosas, ello se
debió más al hecho de que la propia modernidad se
abría paso como consecuencia de los diversos cambios de
carácter político, económico y social, y a
pesar de que las fuerzas reaccionarias de las organizaciones
religiosas, católica y protestante, pre-tendieron sofocar
el desarrollo del pensamiento libre y man-tener amordazado
cualquier intento de expresar nuevas ideas que pudieran
representar una crítica a las doctrinas dogma-ticas de la
jerarquía católica y también de las
interpretaciones protestantes surgidas en el siglo XVI, que
fueron, por cierto, las primeras formas de pensamiento europeo
que de manera masiva consiguieron liberarse del férreo
control y dogma-tismo de la Iglesia de Roma. Sin embargo,
Descartes no sólo no tuvo el atrevimiento de enfrentarse a
la Iglesia de Roma sino que en todo momento procuró
mantenerse fiel a ella, al menos en apariencia, hasta el punto de
que, cuando la jerar-quía católica condenó a
Galileo por su defensa del helio-centrimo, Descartes, que
defendía esta misma teoría en su tratado sobre
El Mundo, renunció a ella, y, no
conformándose con tal renuncia, proclamó poco
después, en el Discurso del Método, que
él nunca había defendido el heliocentrismo, a pesar
de que en sus cartas al padre Mersenne afirmaba lo contrario. Su
pánico a la iglesia y su afán por aparecer ante
ella como siervo fiel le condujo finalmente a construir una nueva
teoría astronómica a fin de que pudiera servir a
dicha organización religiosa para aceptar que, si bien
la Tierra no se movía, tal como defendía
la jerarquía católica, era movida por una
materia celeste que, en forma de torbellinos de diverso orden,
determinaba que todos los astros fueran conducidos a girar
alrededor del Sol, del mismo modo que los remolinos de agua
mueven todo aquello que se encuentre más o menos
próximo a ellos.

A lo largo de estas páginas se hará
referencia a una parte importante de las aventuradas doctrinas y
argumentaciones cartesianas, y se intentará mostrar
algunas de las causas psi-cológicas y sociales que
propiciaron que este pensador, tan bien capacitado
intelectualmente para las Matemáticas, incu-rriese en
errores tan graves y realizase afirmaciones tan absurdas que,
como luego se verá, casi desde el principio destruyeron la
coherencia de su método y la consistencia de su
sistema.

Según cuenta en el Discurso del
Método
, decepcionado por las enseñanzas
recibidas a lo largo de su juventud, Descartes pretendió
reconstruir la Filosofía como un conoci-miento
absolutamente seguro, partiendo de un método que
le ayudase a conducir bien su razón de modo que pudiera
llegar al conocimiento de todo aquello para lo cual estuviera
capa-citado, sin aceptar nada que no fuera absolutamente
evidente.

Tal objetivo era muy ambicioso, y el filósofo
francés consiguió, efectivamente, algunos
resultados importantes en su búsqueda de ese
método, partiendo de sus reflexiones acerca del
procedimiento que había utilizado en sus investi-gaciones
matemáticas, de manera que primero en su obra Reglas
para la dirección del espíritu
y
después en el Dis-curso del método
intentó plasmar dicho método a fin de reconstruir
el conjunto del conocimiento desde unas bases firmes que lograsen
superar los planteamientos escépticos introducidos en el
siglo XVI por influencia de pensadores como Michel Montaigne
(1533-1592), Pierre Charron (1541-1603) y Francisco
Sánchez (1551-1623), pero que, en cual-quier caso, le
condujeron a una nueva interpretación teocén-trica
tanto en relación con la justificación
última de su méto-do como en relación con su
teoría general acerca del Univer-so y de sus leyes. Al
parecer, la eficacia que tuvo la aplica-ción de dicho
método en las Matemáticas y en algunos aspectos de
la Física por su carácter racional y deductivo
deslumbró al pensador francés hasta el punto de
llevarle a considerar que podía servirle igualmente como
auténtica piedra de toque para el avance del conocimiento
en general, no llegando a comprender que dicho método,
aplicable a las ciencias puramente formales, era más que
insuficiente para el desarrollo de las ciencias
empíricas.

Por ello, la inclusión en dicho método de
un criterio de verdad como el de la evidencia,
la postergación de la experimentación, el
círculo vicioso consistente en la preten-sión de
demostrar la existencia de Dios a partir de la regla
de la evidencia
, a la vez que la pretensión de
fundamentar la regla de la evidencia en la
existencia de Dios y la adopción de las supuestas
cualidades divinas de la inmutabilidad y de la omnipotencia como
principios a partir de los cuales deducir las leyes del Universo
representaron puntos de partida absurdos que condujeron a
Descartes a errores muy graves en todos los terrenos, tanto en
los de carácter metodológico como en los de
carácter sistemático, y tanto en el terreno
filosófico como en el científico.

Por otra parte, en los planteamientos del pensador
fran-cés hay incoherencias asombrosamente graves
que no son consecuencia de los errores anteriores, relacionados
con la aplicación de la regla de la evidencia o de la idea
de Dios como principios para la reconstrucción del
conjunto de la Filosofía, sino que derivan de la peculiar
personalidad del pensador francés, de su aceptación
acrítica de una serie de doctrinas religiosas asumidas en
su infancia, del mismo ambiente religioso en cuyo contacto
transcurrió su vida, y también de su asombrosa
ligereza argumentativa, por la que, a pesar de su
teórica exigencia del rigor más absoluto en la
búsqueda de la evidencia, en la práctica
llegó a aceptar evidencias subjetivas
extremadamente alejadas de auténticas verdades
objetivas.

Las repercusiones de su interpretación
teológica del Uni-verso fueron especialmente negativas en
su filosofía, de ma-nera que, paradójicamente, el
pensador que había preconiza-do la exigencia de la
evidencia más absoluta a la hora de aceptar como verdad un
supuesto conocimiento en la práctica actuó de
manera irracionalmente contraria respecto a tal exigencia,
asumiendo como verdad toda una serie de doctrinas de las cuales,
si acaso, lo que podría decirse es que eran simples
afirmaciones dogmáticas obtenidas mediante razona-mientos
circulares claramente absurdos o meras creencias religiosas
afirmadas simplemente como consecuencia de la presión
cultural, política y social ejercida por la
jerarquía católica en el ambiente en que se
formó el pensador francés.

En líneas generales los estudios acerca de la
filosofía cartesiana suelen estar cargados de alabanzas
hacia este pen-sador a causa de sus esfuerzos por conseguir para
la Filosofía un despegue respecto a su dependencia de la
tradición de la Escolástica y, en general, respecto
a toda la filosofía anterior como de un lastre que le
impedía lograr un auténtico progreso que le llevase
a convertirse en un conocimiento seguro. Sin embargo y
reconociendo que esto sea cierto en alguna medi-da, lo que llama
la atención de manera especial es descubrir que los
críticos en general hayan incidido tan poco en el
aná-lisis de las múltiples incoherencias en que
incurrió el pensa-dor francés, tanto por su
estrepitoso fracaso a la hora de fun-damentar su método
como por no haber sido consecuente con las exigencias que
emanaban de él, de manera que podría decirse con
seguridad que el sistema filosófico cartesiano es uno de
los peores ejemplos que pueden encontrarse por lo que se refiere
a la aplicación de su propio método. No es ajeno a
este hecho que la utilización de la regla principal de
dicho método, la regla de la evidencia, fuera un total
desa-cierto a la hora de justificar los diversos conocimientos,
con excepción de los de carácter formal, como las
Matemáticas y la Lógica, en cuanto el
auténtico fundamento de las evi-dencias de estas ciencias
deriva del principio de contradic-ción y no
requiere para nada de la ayuda de la experiencia.

Por todo ello podría tener interés
realizar un estudio acerca de las peculiaridades psíquicas
del filósofo francés así como de las
circunstancias políticas, sociales e históricas que
le rodearon a fin de entender algunos de los condicionantes que
repercutieron en los múltiples absurdos en que
incurrió en la construcción de su Metafísica
y de su Física, llenas de asombrosos dislates que de forma
especialmente paradójica contrastan con los brillantes
resultados que obtuvo en las Matemáticas

En consecuencia, a lo largo de los distintos
capítulos de este trabajo se hará referencia a
diversas cuestiones como las siguientes:

a) el contexto cultural, ideológico y
político al que se ha hecho referencia;

b) los aspectos del carácter y de la personalidad
de este pensador, en cuanto condicionaron su obra en una medida
decisiva;

c) la importancia trascendental que tuvo la doctrina
católica en su filosofía;

d) la fundamentación de su método a partir
de Dios[7]junto con la crítica de las
incoherencias que aparecen en él;

e) los aspectos esenciales de su filosofía junto
con las críticas correspondientes;

f) las incoherencias, los razonamientos circulares y las
contradicciones en que incurrió el pensador francés
como consecuencia de la debilidad de su método y como
consecuencia de algunos rasgos de su personalidad y del ambiente
político y religioso en que vivió.

Para finalizar se hará referencia a los aspectos
más claramente positivos de su pensamiento que, a pesar de
todo, impulsaron el progreso de la Filosofía y de la
Ciencia.

Descartes: su
vida y su época

René Descartes (1596-1650) nació
en La Haye de Turena. Su padre, Joachim Descartes, tuvo cinco
hijos[8]de su primer matrimonio: Pierre, nacido y
fallecido en 1589, Jeanne, nacida en 1590, Pierre, nacido en 1591
y bautizado con el mismo nombre que el primer hijo, René,
nacido en 1596, y otra hermana nacida en 1597 y fallecida a los
pocos días de nacer –a la vez que fallecía su
madre-; tuvo además otro hijo, Joachim, nacido de su
segundo matrimonio.

Cuando Descartes tenía un año, su madre
murió como consecuencia del parto de una hija, fallecida
igualmente a los pocos días, aunque de manera
extraña el filósofo francés comentó
posteriormente a la princesa Elisabeth de Bohemia que su madre
había muerto al día siguiente de nacer él.
Sus primeros años transcurrieron con un tío abuelo
en Châte-lerrault, pues su padre, por motivos laborales
relacionados con su cargo de consejero en el parlamento de
Bretaña le impidieron, al parecer, mantener una adecuada
relación afec-tiva con sus hijos. A los diez años
ingresó en el colegio de jesuitas de La Flèche, uno
de los centros educativos más importantes de Europa en
aquel momento, colegio destinado especialmente a la nobleza,
aunque lo suficientemente grande como para admitir en él a
otra clase de alumnado. En este colegio recibió una
formación muy completa en cultura clásica, en
filosofía aristotélica y escolástica y en
otras disci-plinas de carácter científico. Sin
embargo, en el Discurso del método criticó
la formación recibida, no porque en otro colegio hubiera
podido ser mejor sino porque consideró que los
conocimientos recibidos estaban mal fundamentados y carentes de
una sólida base, con la única excepción de
las Matemáticas, ciencia en la que más adelante
Descartes brillaría por méritos propios.

Posiblemente influido por las críticas de los
pensadores escépticos de la segunda mitad del
siglo XVI (M. Montaigne, P. Charron, F. Sánchez),
Descartes manifestó en el Discurso del
método
una profunda decepción respecto a la
Filosofía al observar que, a pesar de que
había

"sido cultivada por los más excelentes
espíritus, […] sin embargo no [había]
todavía en ella nada que no [fuera] tema de
disputa"[9].

y, en cuanto las demás ciencias derivaban de la
Filosofía,

"juzgaba que no se podía haber construido nada
que fuera sólido sobre fundamentos tan poco
firmes"[10].

Acabados sus estudios secundarios, ingresó en la
univer-sidad de Poitiers, donde realizó dos cursos de
Derecho obteniendo una licenciatura en 1616.

En 1618 marchó a Holanda y, cumpliendo con la
tradi-ción de la nobleza, se alistó al
ejército, concretamente al de Mauricio de Nassau.
Allí conoció a I. Beeckman, un matemá-tico
algo mayor que él con quien tuvo una amistad
especial-mente intensa y cuya influencia fue decisiva para su
dedica-ción posterior al estudio de las
Matemáticas, para las que demostró tener unas
facultades extraordinarias. Un año después, en
1619, marchó a Frankfurt a la coronación del
emperador Fernando II y a continuación se alistó en
el ejér-cito de Maximiliano de Baviera. Según
cuenta A. Baillet, primer biógrafo de Descartes, estando
en Alemania Descartes tuvo tres sueños que debían
ser determinantes para un cambio radical en su vida, en cuanto
debían de conducirle al aban-dono del oficio de militar
para dedicarse a "la búsqueda de la Verdad". Sin embargo,
tales sueños –al margen de lo que pueda haber de
verdadero en el relato de Baillet- no surtieron el efecto
deseado, al menos durante nueve años, que fueron los que
tardó Descartes en retirarse a Holanda para dedicarse a la
Filosofía y a la Ciencia. Durante los años que
siguieron a tales sueños, Descartes vivió
algún tiempo en París, donde adquirió fama
de ser el mejor matemático de su tiempo y donde se
relacionó con la corriente de los Libertinos o
librepensadores, cuya actitud crítica inquietaba y
desagradaba profundamente a la jerarquía
católica.

En 1621 recibió la herencia de los bienes
maternos. No se dispone de muchos datos acerca de la vida de
Descartes durante los años que vivió en
París, pero Baillet cuenta que, al margen de esta
dedicación a las Matemáticas y a reunirse con sus
amigos para discutir acerca de cuestiones científicas y
filosóficas, durante algún tiempo se dedicó
al juego –y se-guramente debió de ganar algún
dinero de ese modo-, pero finalmente consiguió abandonar
esa afición que le alejaba de su actividad como pensador y
como científico.

Durante esos años su padre le planteó la
conveniencia de obtener un cargo como el de "comisionado general"
para comenzar a ganarse la vida. Y, de hecho, en 1623
viajó a Italia con la finalidad de comprar dicho cargo,
vacante por defunción del familiar que lo ocupaba. Sin
embargo, Des-cartes no sentía ningún interés
por el ejercicio del derecho y por eso regresó de Italia
sin haber cumplido con el objetivo del viaje. Hacia el año
1625 se estableció en París. En ese año
escribió a su padre para tratar nuevamente de la compra de
un puesto de comisionado general, en este caso el de
Châtellerault, que había ocupado anteriormente un
tío abuelo suyo. En principio y con la finalidad de
adquirirlo se vendieron algunas propiedades familiares, pero al
final desistió nueva-mente de la idea de ocuparlo y con el
dinero de esas ventas marchó a París. Allí
se relacionó con algunos personajes importantes del clero
católico, pero, al parecer, sus ideas, su
convicción a la hora de defenderlas y probablemente
algún serio contratiempo con el cardenal Bérulle
determinaron que un buen día del año 1628
abandonase Francia de manera precipitada y se instalase en
Holanda, cambiando frecuente-mente de domicilio y procurando
mantener en secreto cada una de las sucesivas residencias que iba
ocupando, con la explicación poco creíble de que
buscaba la soledad para poder dedicarse mejor a su labor como
pensador y como científico. En este punto parece acertada
la opinión de R. Watson, que considera que Descartes se
sentía amenazado y que ése fue el motivo de que
cambiase continuamente de residencia. Hay además algo que
sugiere que el temor de Descartes pudo estar relacionado de
manera especial con el cardenal Bérulle, pues, justo
cuando éste falleció –un año
después de la marcha de Descartes-, el pensador
francés dejó de mantenerse oculto y apareció
en Amsterdam, olvidando de inmediato aquella aparente
obsesión por la soledad. Parece, pues, muy probable que la
causa de su marcha a Holanda debió de estar relacionada
con una dura amenaza o con el temor a una inminente
detención por parte del cardenal Bérulle, cuyo
poder político era especialmente importante.

Una vez en Holanda y comprendiendo el peligro
repre-sentado por el poder de la jerarquía
católica, especialmente decisiva en Francia, donde el
cardenal Bérulle había sido consejero de la reina
María de Médicis, madre de Luís XIII, y
donde el cardenal Richelieu llegó a ser primer ministro de
Luís XIII desde el año 1624, Descartes,
escarmentado al parecer por la situación que le
obligó a emigrar a Holanda, decidió quedarse en ese
país, permaneciendo en él durante el resto de su
vida con la única excepción de los pocos meses que
pasó en Estocolmo, invitado por la reina Cristina, lugar
donde murió el 11 de febrero de 1650.

Dado el carácter pendenciero y orgulloso del
pensador francés, aunque sus primeros años en
Holanda fueron produc-tivos en su tarea como filósofo y
como científico, sin embargo fue creándose enemigos
entre los teólogos protes-tantes, hasta el punto de que
sus enfrentamientos con ellos determinaron finalmente la
prohibición de que su filosofía se explicase en las
universidades holandesas.

En el año 1635 fue padre de una hija, Francine,
de quien procuró ocuparse durante el corto tiempo de vida
de la niña, la cual murió a los cinco años.
Sin embargo, Descartes trató de mantener en secreto la
existencia de esa hija, a quien llamaba "su sobrina".
También se ocupó de la madre, Helena Jans, actuando
posteriormente al parecer como su padrino de boda, cuando se
casó en el año 1644.

En el año 1640, al fallecer su padre, Descartes
se apresuró a recoger la herencia que le
correspondía, pues ya había agotado la de su madre.
El dinero recibido le sirvió para seguir manteniendo un
tren de vida muy poco austero, hasta el punto de que pocos
años después se encontraba ya escaso de recursos
económicos y tuvo que intentar obtener otra fuente de
ingresos. Por este motivo buscó conseguir del gobierno de
Luis XIV una pensión, que efectivamente consi-guió
durante un año posiblemente gracias a la mediación
de su "amigo" Jean de Silhon.

En 1642 conoció a la princesa Elisabeth de
Bohemia de quien se enamoró profundamente, hasta el punto
de dedicarle sus Principios de la Filosofía, con
un escrito al comienzo de la obra en el que su enamoramiento se
mostraba con absoluta claridad. Su relación con la
princesa tuvo el interés añadido de que hubo entre
ellos una interesante correspondencia desde el punto de vista
filosófico, pues en sus cartas la princesa le
planteó objeciones relacionadas con el problema de la
libertad y con el de la interacción entre el cuerpo y el
alma, que Descartes intentó responder como supo, aunque de
un modo deplorable, como no podía ser de otro modo
tratándose de estas cuestiones y teniendo en cuenta el
compromiso del filósofo con las doctrinas
católicas.

Más tarde, en 1644, conoció a Pierre
Chanut y a partir de 1646, momento en que éste fue
nombrado embajador en la corte sueca, fomentó de manera
fría y calculadora una amis-tad especialmente interesada
con dicho embajador, con la finalidad de conseguir que
éste mediase ante la reina Cristina para que le llamase a
su corte, lo cual le serviría para escapar de sus
conflictos y tensiones con los teólogos holandeses y para
solucionar los problemas económicos que ya estaba
teniendo. Finalmente Descartes consiguió que la reina le
invi-tase y partió para Suecia en octubre de 1649, pero
las condiciones climáticas del país y el capricho
de la reina Cristina de citarle a las cinco de la mañana
determinaron que en febrero de 1650 contrajese una
pulmonía, falleciendo el día once de ese mismo
mes.

Descartes destacó en diversas materias, como
Matemá-ticas, Óptica y Física, en las que
realizó aportaciones impor-tantes. Sus incursiones en
Filosofía tuvieron el interés de plantear la
necesidad elaborar un método para su
recons-trucción rigurosa y para la superación del
aristotelismo y de la filosofía escolástica,
todavía dominantes en su tiempo. Sin embargo, su
método, muy útil para las Matemáticas,
apenas lo era para el progreso en los demás conocimientos,
y mucho menos teniendo en cuenta que para entonces tanto Bacon
como especialmente Galileo habían elaborado métodos
que, combinando la razón con la experiencia, determinaron
el incesante desarrollo de la ciencia desde entonces hasta el
momento actual. Pero además, el método cartesiano
tenía el defecto fundamental de basarse en algo tan
subjetivo como la evidencia, tan distinta entre las distintas
personas. De hecho, Descartes debió de ser consciente de
este problema y parece que por ello dedicó bastantes
páginas de su obra a funda-mentar esa regla, la primera y
más esencial del método, pero sin lograr otros
resultados que razonamientos en círculo de los que, al
parecer y a pesar de las críticas, no llegó a ser
consciente –o lo disimuló muy bien-.

Igualmente, su sistema filosófico y
científico, aunque tuvo algunos aspectos valiosos, como de
manera especial su comprensión y formulación
precisa del principio de inercia o su defensa del mecanicismo, en
su conjunto fue lamentable en cuanto, al margen de toda una serie
de errores parciales, tuvo el gravísimo
despropósito de pretender fundamentar la Filosofía,
como Ciencia Universal, a partir de la divinidad de la
religión católica, afirmando de manera
explícita que él so-metía todas sus
opiniones a la autoridad de la Iglesia, retro-cediendo así
a la Edad Media desde el punto de vista filosófi-co,
cuando la Filosofía se definía como "ancilla
Theologiae". Pero en este terreno su actitud fue todavía
más lejos, pues no se conformó con someterse a las
doctrinas de la teología católica sino
también y de manera especial a las autoridades de la
jerarquía católica.

Su filosofía fue contradictoria con las
exigencias de su método en cuanto, de acuerdo con
éste y con la duda metó-dica, debía haber
sometido a dicha duda, supuestamente uni-versal, las doctrinas de
la religión católica, en lugar de aceptarlas por
haber sido adoctrinado en ellas; de manera que el temor que le
infundía el poder despótico y la crueldad de la
iglesia católica influyeron más en sus
teorías filosóficas que su interés por la
búsqueda de la verdad.

1.1. Cronología de la vida y de la
época de Descartes

En el presente apartado se amplía el punto
anterior, a la vez que se hace una referencia cronológica
a diversos mo-mentos y sucesos relacionados de algún modo
con la propia labor cartesiana, mostrándose diversos
argumentos que justifican lo que se ha dicho en páginas
anteriores.

1500: –Nace A. Gómez Pereira
(1500-1558 (?)), médico y filósofo que se
adelantó a Descartes en diversas tesis como la de la
verdad de la propia existencia
, deducida a partir de la idea
de la imposibilidad de conocer algo sin existir. En este sentido
escribió: "Nosco me aliquid noscere, et quidquid noscit,
est, ergo ego sum"[11], o como la de su
anticipación a Descartes en la defensa del
mecanicismo, según el cual los animales son
máquinas que, a diferencia del ser humano, no sienten ni
piensan.

1533: –Nace M. Montaigne (1533-1592),
pensador ligado al escepticismo de la segunda mitad del siglo
XVI.

1535: –Nace Luís de Molina
(1535-1600), jesuita que polemizó con el dominico
Domingo Báñez (1528-1604) acerca del
problema de la compatibilidad entre la omnipo-tencia divina y el
libre albedrío del hombre.

1541: -Nace P. Charron (1541-1603),
escritor escéptico que influyó en
Descartes.

1543: -Muere Nicolás
Copérnico
. Ese mismo año se publica su obra
De revolutionibus orbium coelestium, en la que expone la
teoría heliocéntrica, anteriormente defendida por
el científico griego Aristarco de Samos (310-230 a. C) y
apoyada posteriormente por Kepler y por Galileo, con la dura
oposición y represión de la jerarquía
católica contra el gran científico de
Pisa.

1549: -Nace Giordano Bruno, defensor de
diversas teorías astronómicas, como la de la
existencia de una infini-dad de mundos y la del heliocentrismo,
por causa de las cuales fue condenado por la Inquisición
Católica a morir en la hoguera.

1551: -Nace Francisco Sánchez,
médico y pensador español, representante del
movimiento escéptico del siglo XVI, que fue profesor en la
universidad de Toulouse y cuya obra inspiró muy
probablemente la del pensador francés, aunque éste
nunca lo mencionó.

1561: -Nace Francis Bacon, defensor de
un método experimental para el avance de la Ciencia, que
no tuvo éxito a causa de su olvido de la importancia de
las Matemáticas y de la conveniencia de crear
hipótesis explicativas de los fenó-menos sin
necesidad de una acumulación excesiva de datos.

1564: -Nace Galileo Galilei, uno de los
máximos cientí-ficos de la Historia, creador del
método hipotético-deductivo, descubridor de
diversas leyes físicas y primer científico que
utilizó el telescopio realizando una serie muy importante
de descubrimientos astronómicos. Defendió el
heliocentrismo, anteriormente expuesto por Copérnico, y
fue condenado por la jerarquía católica por
defender esta doctrina, considerada herética. Se
libró de ser quemado en la hoguera abjurando de sus
"errores" y renunciando públicamente a tal
"herejía". De este modo la pena se le rebajó a la
de prisión perpetua, atenuada finalmente como arresto
domiciliario.

1567: -Año probable de la muerte de A.
Gómez Pereira.

1571: -Nace J. Kepler, importante
astrónomo y matemá-tico, amigo de Galileo, defensor
del heliocentrismo, que descubrió diversas leyes
planetarias, como la del carácter elíptico de las
órbitas de todos los planetas.

1585: -Nace Richelieu, primer ministro
de Luís XIII, que, entre otros "méritos", tiene el
de haber protagonizado de manera especial la masacre de los
hugonotes de La Rochelle.

1596: -Nace René Descartes
en La Haye (Turena), el 31 de marzo, cuarto hijo de una familia
de clase media perte-neciente a la baja nobleza.

1597: -Muere la madre de Descartes al dar a luz a
una niña –aunque Descartes afirmó que
murió al día siguiente de su propio
nacimiento-.

1600: -Giordano Bruno es quemado en la hoguera
por la Inquisición Católica.

-Muere Luís de Molina.

1605: -Se produce una fuerte polémica
entre F. Gomar y J. Arminio en los Países Bajos acerca del
problema de la compatibilidad entre la predestinación
divina y el libre albedrío.

1606: -Descartes ingresa en el colegio de
jesuitas de La Flèche, el de mayor prestigio de Francia.
El segundo director del colegio, el padre Étienne Charlet,
era pariente lejano de la madre de Descartes. Al colegio de La
Flèche acudían en aquellos tiempos los hijos de
miembros importantes de la nobleza, aunque también hijos
de padres sin título nobiliario o niños como
Descartes, pertenecientes a la baja nobleza, pero cuyas familias
estaban bien situadas económicamente.

Según Rodis-Lewis –de acuerdo en este punto
con Baillet-, "debido a su débil salud, René estaba
dispensado de levantarse a las cinco, después de dormir
ocho horas, puesto que el alumnado se acostaba a las nueve de la
noche"[12]. Sin embargo, R. Watson aporta razones
convincentes para dudar acerca de tal opinión.

1614: -Descartes, acabados sus estudios primarios
y secundarios, daja el colegio para realizar estudios de Derecho
en la universidad de Poitiers.

1616: -Obtiene una licenciatura en derecho civil
y canó-nico en esa misma universidad.

-La jerarquía católica condena el
heliocentrismo.

1618: -Acabados sus estudios, Descartes visita
Holanda y, siguiendo la tradición de la nobleza, se
incorpora al ejército de Mauricio de Nassau,
príncipe de Orange-. Es posible que este hecho influyese
en su posterior decisión de emigrar a Holanda cuando en
1628 abandonó Francia posi-blemente como consecuencia de
una importante amenaza de la jerarquía católica y,
en definitiva, por la incomodidad de vivir en un país
dominado por la intolerancia y por el poder religioso,
materializados en las figuras del cardenal Bérulle,
consejero de María de Médicis, y del cardenal
Richelieu, primer ministro de Luís XIII.

-En Holanda Descartes conoce al matemático Isaac
Beeckman, siete años mayor que él. Su encuentro
tuvo un carácter trascendental para su trayectoria
intelectual en cuan-to a partir de ese momento se centró
en el estudio de las Matemáticas, que le sirvió
posteriormente para reflexionar sobre el método empleado
en esta ciencia a fin de aplicarlo al conocimiento
filosófico y científico en general.

Según algunos biógrafos y a partir de las
efusivas expre-siones de afecto que dirigió a su amigo en
sus cartas de entonces, Descartes se habría enamorado de
Beeckman. Wat-son se refiere a este enamoramiento considerando
que se trataría de una especie de admiración del
"discípulo" hacia el "maestro", y juzga que "lo
único que deseaba Descartes era que Beeckman lo amara como
la figura paterna que para él era. […] Descartes,
que hasta entonces había demostrado ta-lento pero
carecía de rumbo, ansiaba ser como
Beeckman"[13].

Por su parte, Rodis-Lewis, especialmente preocupada por
si este "enamoramiento" pudiera interpretarse como algo de
carácter erótico escribe: "Esta precisión
[la de que Beeckman se casara un año después de que
Descartes marchase a Alemania] despeja cualquier ambigüedad
de relaciones tan calurosas, según las cartas de
principios de 1619, que podrían sugerir un cariño
excesivo"[14], aunque no parece que tenga sentido
el punto de vista según el cual un cariño pueda ser
"excesivo".

-Se reproducen las discusiones entre gomaristas y
arminianos.

1619: -Descartes asiste a la coronación
del nuevo emperador, Fernando II, en Frankfurt y se alista en el
ejército de Maximiliano de Baviera.

-Según cuenta Adrien Baillet, primer
biógrafo, gran admirador y panegirista exagerado del
pensador francés, el 10 de noviembre Descartes tuvo tres
sueños[15]sucesivos en los que se le
planteaba de modo simbólico qué camino
debía seguir en la vida
("Quod vitae sectabor
iter
?"). Según Baillet, Descartes los
interpretó como si tuvieran el sentido de un mensaje
divino que le exhortaba a dedicarse a la bús-queda de la
verdad, y Rodis-Lewis escribe en este mismo sentido que el
invierno de 1619-20 fue "decisivo para la toma de conciencia de
su verdadera vocación"[16]. En
relación con tales sueños, Baillet comentó
con devoción: "No le quedaba más que el amor por la
verdad, cuya búsqueda sería a partir de entonces
toda la ocupación de su vida"[17]. Pero tal
devo-ción hacia el pensador francés no se
correspondía con la ver-dad de los hechos que la
provocaban, pues la "búsqueda de la verdad" a que Baillet
hizo referencia no comenzó a partir de entonces, sino que
tardó todavía cerca de diez años en
produ-cirse y ni siquiera fue un objetivo seriamente perseguido
por Descartes, que tenía mucho más interés
en la búsqueda de su propio prestigio social. La misma
Rodis-Lewis indica en este sentido que "se pueden fechar entre el
invierno de 1620 y el otoño de 1628 estos nueve
años que […] pasaron antes de que hubiera tomado
partido alguno […] ni empezado a buscar los fundamentos de
una filosofía más cierta que la
vulgar"[18], lo cual demuestra la poca o nula
repercusión de tales "sue-ños" en la
decisión cartesiana tan tardía de dedicarse a la
Filosofía o a la búsqueda de la Verdad. En
definitiva, aquella supuesta llamada divina tan especial no
fructificó en aquellos momentos, ni parece que Descartes
tuviera especial interés en seguirla, pues todavía
en el año 1625, bastante tiempo des-pués de los
supuestos sueños, dudaba acerca de si se dedica-ría
o no a una tarea burocrática como la de "comisionado
general" de Châtellerault, y hasta 1628, es decir, nueve
años después de tales "sueños", no
tomó una decisión clara por lo que se refiere a
dedicarse seriamente a la tarea filosófica que
debería haber adoptado de inmediato si tales sueños
hubieran sido reales y él hubiera creído realmente
en ellos como si fueran una llamada divina. Así que,
aunque es posible que el relato que hizo Baillet de tales
sueños tuviera una base real, también lo es que, en
una importante medida, fueran una fabulación del propio
Descartes, agrandada quizá por Baillet. El pensador
francés pudo haberse inspirado en un libro como Las
bodas químicas de Christian Rosencreutz
, publicado en
1616, cuyo autor, Johan Valentin Andreae, era miembro de la
hermandad Rosacruz, a la que, según algunos
biógrafos, Des-cartes perteneció durante
algún tiempo[19]Como consecuencia de tales
sueños –según cuenta su
"hagiógrafo"[20] Baillet- Des-cartes hizo
la promesa de realizar una peregrinación a Loreto, en
Italia, pero no parece que llegase a cumplirla.

-En Toulouse G. C. Vanini es quemado en la hoguera por
ateísmo y por su creencia panteísta según la
cual la Naturaleza era el origen de todas las cosas.

1620: -Descartes se alista en el ejército
de Maximiliano de Baviera y viaja por diversos lugares de Europa,
presen-ciando tal vez, según la opinión de Baillet,
la batalla de Montaña Blanca, cerca de Praga, en la que
Maximiliano de Baviera venció a Federico V de Bohemia,
padre de la prin-cesa Elisabeth, que posteriormente
tendría una relación epistolar y afectiva muy
especial con el filósofo francés.

-Indica Watson que entre los años 1619 y 1620
Descar-tes debió de realizar "el trabajo que lo
había situado entre los más grandes genios
matemáticos de todos los tiempos. Pero no publicó
su método analítico hasta 1637, en La
geometría
"[21].

-Conoce al padre Mersenne, su mejor y más fiel
amigo a lo largo de toda su vida, que defendió el
heliocentrismo.

-Se publica el Novum Organum de Francis
Bacon.

1621: -Recibe la herencia de su madre: una casa
en Poitiers, cuatro pequeñas granjas cerca de
Châtellerault y el título de "Señor de
Perron"[22]. Durante este tiempo sigue viajando
por Europa.

1622: -Continúa con sus viajes (Alemania y
Países Bajos). Visita a su familia en Poitou, vende su
granja y su título de "Señor de Perron".

-Jean Fontanier, deísta, es ejecutado en
París

1623: -Se establece en París y se dedica
con éxito a la investigación sobre Geometría
y Álgebra. Surgen rumores acerca de su pertenencia a la
fraternidad Rosacruz. Descartes lo desmiente, aunque,
según la opinión de algunos biógrafos
importantes, parece que durante algún tiempo fue miembro
de dicha organización. Viaja a Italia: Venecia, Florencia.
En relación con este viaje, cuyo motivo principal era el
de la compra del cargo de "comisionado general", indica
Rodis-Lewis que "ni siquiera se sabe si [después]
volvió a vivir con su familia, o si sólo fue a
verla, […] y por qué, si no retomó el cargo
del marido de su madrina (causa de esta partida), no
compró otro en Châtellerault tras su
regreso"[23]. Sin embargo, su actitud general a lo
largo de estos años muestra que Descartes no sentía
ningún interés por seguir la tradición
familiar relacionada con la actividad jurídica y
burocrática, a pesar de que tales actividades significasen
una garantía de buenos ingresos
económicos.

-Muere el filósofo y médico español
Francisco Sánchez, "el escéptico", llamado
también "el despertador de Descar-tes", cuya influencia en
el francés parece evidente.

1624: -Un tratado titulado Historical
Verhal,
de Nicolás Wassenar, menciona a Descartes
como miembro rosacruz. De hecho Descartes tenía
bastantes amigos de esa herman-dad, y en el siglo XX algunos
críticos importantes, como Watson y Adam, opinan que
Descartes perteneció a ella[24]La misma
Rodis-Lewis escribe al menos que "tenemos algunas citas sobre el
deseo que tuvo Descartes de informarse sobre los
rosacruces"[25], aunque no se atreve a defender la
hipótesis de que hubiera pertenecido a este
grupo.

-El cardenal Richelieu es nombrado jefe del Consejo Real
de Luis XIII.

-El Parlamento de París decreta la
prohibición, bajo pena de muerte, de la enseñanza
de cualquier opinión contraria a los autores antiguos
aprobados y de mantener debates públi-cos sobre temas
distintos a los aprobados por los doctores de la Facultad de
Teología.

1625: -Descartes se establece en París
hasta 1628. Hacia el mes de junio de este último
año escribió a su padre para tratar de la compra
del puesto de comisionado general de Châtellerault. La
familia estaba de acuerdo. Le pedían cin-cuenta mil
libras, pero Descartes dijo que sólo tenía treinta
mil. Así que en principio y con la finalidad de adquirir
el cargo se vendieron más propiedades familiares, pero al
final, a pesar de los consejos y presiones de su padre para que
comprase el cargo, se hizo atrás diciendo a su padre que
"no tenía experiencia suficiente para asumir una
magistratura"[26]. Con esta excusa y con el dinero
de las ventas, Descartes marchó a París.

-Señala Watson que durante aquellos años
"la única fuente conocida de sus ingresos es el juego" y
que, en su bio-grafía sobre Descartes, Baillet
afirmó: "está curado por com-pleto de esa
inclinación al juego que antes lo impulsaba" (B I
131)"[27], dando a entender que efectivamente, al
margen del dinero procedente de la herencia de su madre, otro
medio de ingresos de Descartes por aquellos años era el
juego.

-En París el movimiento de los "libertinos de
espíritu", surgido hacia 1619 y caracterizado por una
actitud crítica, de libertad intelectual y de
escepticismo, adquiere una fuerza importante. Según M.
LeRoy, Descartes habría pertenecido a esta corriente de
pensamiento libre. Y, si esto hubiera sido así,
podría encontrarse aquí una explicación de
la "huida" repentina de Descartes a Holanda y de su
preocupación espe-cial por que nadie conociera su
dirección en los numerosos domicilios a los que se
trasladó durante el primer año de su estancia en
Holanda… justo hasta que murió el cardenal
Bérulle.

1627: -Comienza el asedio de Richelieu contra los
hugonotes (protestantes franceses) de La Rochelle. Según
Baillet, Descartes fue testigo de dicho asedio, en el que se
consiguió la rendición –o, mejor,
aniquilación- de la ciudad, muriendo 22.000 de los 27.000
habitantes de la ciudad.

1628: -Baillet cuenta que hubo una entrevista de
Descartes con el cardenal Bérulle. Pero no hay seguridad
de que se produjera ni, por ello mismo, acerca de qué
pudieron haber hablado. Según Rodis-Lewis, que está
de acuerdo con Baillet, "Descartes impresionó de tal
manera a Bérulle que éste debió de tener una
influencia decisiva para que Descartes se dedicara finalmente a
establecer su filosofía sobre bases
sólidas[28]Indica además de manera
sorprendente que "Béru-lle, que era consciente de un
cambio en la filosofía, le pidió a Descartes este
encuentro, seguramente sin testigos, y del que no tenemos ninguna
referencia"[29]. Pero, al leer estas palabras, es
lógico preguntarse: Si "no tenemos ninguna referencia" de
ese encuentro, ¿cómo se atreve Rodis-Lewis a
afirmar que se produjera tal encuentro y sobre qué pudo
haber tratado?

Por su parte, Watson, contrariamente a este punto de
vista, escribe: "Los miembros de la Sociedad Protectora de san
Descartes [Baillet, Clerselier…] comenzaron a referirse a
Bérulle como el director de la conciencia de Descartes.
¿Ese maniático genocida –y no exagero-
dirigiendo la conciencia de Descartes? Más que improbable.
Descartes no quería eliminar a los protestantes ni
aniquilar el protestantismo. Algunos de sus mejores amigos
profesaban esa fe. Se llevaba muy bien con ellos […]
Descartes buscaba la verdad, pero Bérulle conocía
la verdad, y estaba dispuesto a matar a todos los que se negaran
a doblegarse ante ella"[30]. A continuación
escribe que "sabiendo cuán poderoso era el cardenal
Bérulle en la corte francesa, Descartes pudo haber visto
la fuga como su única
salida"[31].

Sobre la cuestión de si en realidad se produjo o
no tal reunión indica Watson que Beeckman había
escrito en su diario que Descartes había llegado a
Dordrecht el 8 de octubre de 1628, mientras que Baillet dijo que
la entrevista con el cardenal se había realizado el 15 de
noviembre de 1628[32]Es decir, que la
reunión se habría producido más de un mes
después de que Descartes hubiese marchado a Holan-da, lo
cual no parece que encaje demasiado bien y hace más
problemática la supuesta entrevista.

Sin embargo, el hecho de que la entrevista se hubiera
realizado podría servir de explicación para la
repentina marcha de Descartes a Holanda, pues en esa
hipotética entre-vista el cardenal pudo haberle amenazado
o "advertido" de los peligros que corría en Francia por su
anterior pertenencia a la hermandad Rosacruz, por su posible
relación con los "libertinos" de París o por
motivos relacionados con su pen-samiento crítico respecto
a la Filosofía Escolástica, única admitida
en Francia por el decreto de Richelieu del año 1624. Tal
posible entrevista podría explicar igualmente la
preocu-pación de Descartes por mantener oculta su
dirección y por cambiar de domicilio muy a menudo a lo
largo de un año, como si temiera estar siendo buscado para
ser detenido. De hecho, tal preocupación finalizó
precisamente cuando se pro-dujo la muerte del cardenal
Bérulle, el 2 de octubre de 1629. Resulta muy
sintomático que, a partir de ese momento, Des-cartes
reapareciese en una gran urbe, como lo era Amster-dam, y dejase
de preocuparse por permanecer
oculto[33]Decía buscar la "soledad" para
poder dedicarse mejor al estudio, pero esta supuesta
búsqueda no encajaba con sus constantes cambios de
domicilio, los cuales le habrían supuesto los
con-siguientes trastornos por las sucesivas mudanzas y procesos
de habituación a sus nuevas residencias, ni con las
polémicas teológicas en que posteriormente se vio
envuelto, ni con el hecho de que durante cierto tiempo tuviera
relaciones íntimas con Helena Jans, fruto de las cuales
fue el nacimiento de su hija Francine. Esta pretendida
búsqueda de soledad parece tener una explicación
más adecuada en el temor de Descartes a ser perseguido por
la jerarquía católica próxima al cardenal
Bérulle, cuyo poder era realmente
extraordinario.

No obstante, a pesar de la muerte del cardenal
Bérulle, Descartes no regresó a Francia sino que
permaneció en Ho-landa hasta septiembre de 1649, momento
en el que marchó a Suecia, invitado por la reina Cristina.
Para comprender mejor la decisión de Descartes de
permanecer en Holanda también conviene tener presente que
en 1619 G. C. Vanini fue conde-nado a la hoguera en Toulouse por
sus creencias de carácter panteísta, que en 1622
Jean Fontanier fue ejecutado igual-mente en París por su
pensamiento deísta, que en 1624 el cardenal Richelieu
había prohibido el estudio de planteamien-tos
filosóficos sobre temas distintos a los aprobados por los
doctores de la Facultad de Teología, y que en los
años 1627 y 1628 las tropas de Richelieu y Luís
XIII habían asediado y masacrado a la inmensa
mayoría de los habitantes de La Rochelle, reducto del
protestantismo en Francia. Por todo ello Descartes pudo haber
percibido en aquel momento un peligro personal especialmente
grave y, como consecuencia de esta situación y de
algún hecho más concreto, como pudo haber sido la
cuestionada entrevista con el cardenal Bérulle,
emigró a Holanda de manera precipitada y definitiva. En
una carta a su familia escrita en 1640 Descartes explicaba que
vivía en Holanda para evitar que los aristotélicos
lo persiguieran por sus ideas[34]aunque
quizá el hecho de que escribiera "aristo-télicos"
era una manera de referirse a la jerarquía
católica, a la que ni siquiera en esa carta se
habría atrevido a mencionar precisamente por el temor que
le inspiraba.

-Según cuenta Watson, "el 8 de octubre de 1628
Beeck-man señaló en su diario que Descartes le
había visitado ese día"[35]. Por su
parte, Rodis-Lewis escribe que para aplicar el modelo
matemático a la totalidad de los fenómenos,
Des-cartes "estaba dispuesto a colaborar con Beeckman, que fue el
primero que le había revelado que se podían
resolver cuestiones físicas con fórmulas
matemáticas"[36]. Sin embargo, en este
mismo año se produjo una ruptura de la amistad entre
Descartes y Beeckman como consecuencia de una discusión
relacionada con la enseñanza de Armonía (musical)
por parte de éste. Parece que se produjo un
equívoco entre ambos, según el cual Beeckman
parecía atribuirse el mérito de una obra de su
amigo sobre música (Compendium musicae) y eso
provocó una reacción muy violenta por parte de
Descartes. Su orgullo le condujo a negar haber aprendido
nada de Beeckmann, a pesar de que el padre Mersenne, amigo de
Descartes, consideró que Beeckman tenía
razón. En relación con esta cuestión las
cartas de Descartes a Beeckman fueron especialmente duras y
llenas de rencor y desprecio:

"El año pasado os pedí que me devolvierais
mi Música [Compendium musicae], no
porque la necesitara, sino porque alguien me dijo que os
referíais a ella como si la hubiera aprendido de vos.
Ahora que doy por sentado que preferís la estúpida
jactancia a la amistad y la ver-dad, os diré en dos
palabras que, aunque le hubierais enseñado algo a alguien,
sería odioso por vuestra parte decirlo, y aún
más odioso si fuera falso. Pero lo peor es que
seáis vos el que haya aprendido de la persona en
cuestión".

Después de la respuesta de Beekman, Descartes
todavía le respondió más
duramente:

"…Si no me diera lástima que estéis
enfermo, no sería capaz de evitar la risa, porque ni
siquiera sabéis lo que es una
hipérbola",

y añade:

"No había sospechado nunca que vuestra estupidez
e ig-norancia fuera tan grande como para que creyerais que he
aprendido de vos más de lo que estoy acostumbrado a
aprender de otros seres naturales… Me parece obvio, por
vuestra carta, que no pecáis por malicia, sino por
locura"[37].

Las cartas citadas sorprenden especialmente porque diez
años antes Descartes había escrito a Beekman de un
modo extremadamente cordial y agradecido:

"Os honraré como el primer promotor de mis
estudios y su primer autor. Pues vos, en verdad, me habéis
sacado de la ociosidad y vuelto a despertar en mí una
ciencia que casi había olvidado. Me habéis devuelto
a las empresas serias y habéis mejorado a quien estaba
separa-do de ellas. Si, por tanto, produzco algo que no sea
des-preciable, tendréis derecho a reclamarlo como
vuestro".

Además, por esa misma época le
había solicitado igualmente:

"Amadme y dad por hecho que me olvidaría de las
musas antes que de vos, porque me han unido a vos con un
vínculo de eterno afecto"[38].

-Inspirado en el método que había
utilizado para sus trabajos e investigaciones matemáticas,
escribe las Reglas para la dirección del
espíritu
.

-Se publica la obra de Harvey De motu cordis et
sanguinis
, que representaba la explicación adecuada
del mo-vimiento del corazón y que, sin embargo,
sería criticada por Descartes en su Discurso del
método
, presentando a su vez como evidente
una teoría alternativa realmente descabellada.

1629: –Descartes intenta montar una
fábrica de lentes solicitando la colaboración de
Jean Ferrier, experto artesano en el oficio, prometiéndole
que él correría con todos los gastos, lo cual es un
indicio de que, aunque esta iniciativa tenía
también carácter científico, la
vocación filosófica de Descartes, en el sentido
más estricto del término, no era todavía
suficientemente clara.

-En octubre –pocos días después de
la muerte repentina del cardenal Bérulle- Descartes se
traslada a Amsterdam, ciudad nada tranquila para dedicarse al
estudio en soledad. Cuenta Descartes, sin embargo, que en esa
ciudad podía dedicarse a su trabajo porque la gente estaba
ocupada en el suyo propio y no le molestaba. Durante los seis
años siguien-tes –con interrupciones- estuvo
viviendo en esta ciudad. Por entonces trabajaba en su tratado
sobre El Mundo, informando a Mersenne de sus
progresos.

-Según Rodis-Lewis, Descartes comenzó a
interesarse por la medicina hacia finales de ese mismo
año: "Los primeros signos de interés [por la
medicina] aparecen cuando, a finales de 1629, empieza a estudiar
anatomía porque quiere sistematizar toda la física,
o el estudio de toda la naturaleza, que comprende la
fisiología"[39] y se interesa por el tema
de la salud y la prolongación de la vida
humana.

1630: -Se traslada a Leiden y se matricula en su
universidad, en Matemáticas y en
Astronomía.

-Escribe Watson que en aquel año Descartes estaba
inte-resado de manera especial por la anatomía y por la
disección de animales: "Hubo un invierno en Amsterdam
–declaró Descartes- en el que iba casi todos los
días a casa de un carni-cero para verle sacrificar los
animales y hacerme llevar a mi alojamiento las partes que
quería anatomizar con mayor
tranquilidad"[40]. Descartes llegó a
practicar la vivisección. Parece que el uso de la
experiencia en el terreno científico estuvo ligado a estos
estudios de carácter básicamente descriptivo, pero
bastante alejado de un método similar al de Galileo que
pudiera servirle para construir hipótesis explicativas y
contrastarlas experimentalmente.

-En este mismo año y como consecuencia de sus
inves-tigaciones en la Biología descubre el reflejo
condicionado, adelantándose a Paulov en más de
doscientos años.

-Conoce a Constantijn Huygens -padre de Christian
Huygens-, que en esos momentos tiene un alto cargo
político en Holanda.

-Muere Kepler.

1632: -Descartes sigue estudiando:
Astronomía, Mate-máticas, Anatomía,
Física y Química. Desarrolla su
Mecani-cismo, punto de vista sobre el mundo
inorgánico y orgánico, defendido ya en el siglo
anterior por el español A. Gómez Pereira, aunque
centrado en el estudio del comportamiento animal, que
tendría consecuencias especialmente importantes en la
Física, en la Biología y en la Antropología
posterior.

1633: -Se produce la condena de Galileo y, como
consecuencia, Descartes se abstiene de publicar su obra El
mundo
. En relación con esta situación, escribe
a Mersenne:

"Me quedé tan sorprendido que casi decidí
quemar mis papeles o al menos no dejar que nadie los viera
[…] no puedo eliminar [el punto de vista según el
cual la Tierra se mueve] sin dejar el resto de la obra
defectuoso. Pero por nada del mundo querría publicar un
discurso en el que la Iglesia pudiera encontrar una sola palabra
censurable"[41].

1634: -Escribe el día 15 de octubre que ha
engendrado un hijo con Helena Jans: Se trataba de Francine,
nacida efectivamente nueve meses después. Su madre era la
doncella de la casa en que vivía entonces.

-Escribe a Mersenne para decirle que no le
enviaría el manuscrito de El Mundo:

"He decidido suprimir por completo el tratado que he
escrito y confiscar toda mi obra de los últimos cuatro
años para prestar obediencia a la Iglesia, puesto que ha
proscrito la opinión de que la Tierra se
mueve"[42].

Dos meses después vuelve a escribirle:

"Aunque [la teoría de que la Tierra se mueve]
pensaba que se basaba en pruebas seguras y evidentes, no
desearía por nada del mundo mantenerla contra la
auto-ridad de la Iglesia […] Deseo vivir en paz y seguir
llevando la vida que había empezado con el lema "Para
vivir bien debes ser invisible"
[…]"[43].

Esta preocupación y temor a defender doctrinas
contra-rias a las oficialmente mantenidas por la Iglesia
Católica pudo haber sido consecuencia de la posible
conversación con el cardenal Bérulle, que le
llevó a huir a Holanda en el año 1628. Desde
entonces su temor a la jerarquía católica fue
constante a lo largo de toda su vida.

1635: -Nace Francine, hija de Descartes, que le
propor-cionó unos años de felicidad. La
relación de Descartes con Helena, madre de Francine, no
fue mala, hasta el punto de que hubo incluso una correspondencia
escrita entre ellos. He-lena, sin embargo, siguió
trabajando como criada y posterior-mente se casó,
proporcionándole Descartes una ayuda econó-mica y
actuando como padrino de boda. Descartes reconoció a su
hija, pero, según indica Rodis-Lewis, no le dio su
ape-llido[44]lo cual dice muy poco en favor de
Descartes y mucho acerca de su interés por anteponer su
fama de "hombre pia-doso" a aceptar que había tenido una
hija con una mujer con la que no estaba casado. La hija fue
bautizada en una iglesia protestante, lo cual no parece muy
coherente con el valor que Descartes decía conceder a la
"verdadera religión" sino que más bien
podría representar una muestra de escepticismo sobre la
importancia de tal cuestión, además de una
conce-sión a una posible petición de Helena, la
madre de Francine.

Comenta Baillet de manera mojigata que Descartes "pronto
se levantó de su caída, y […]
restableció su celibato en su primera perfección,
antes incluso de adquirir la calidad de
padre"[45], apreciación intrascendente y
ridícula respecto a la vida privada de Descartes; por su
parte, Rodis-Levis se refiere a Francine como "hija de una simple
sirvienta"[46], como si pretendiera elogiar a
Descartes por haberse rebajado a tener un hijo con ella.
Posteriormente, habiendo sido acusa-do por Voetius de tener hijos
naturales, Descartes lo negó, aplicando posiblemente a sus
palabras la jesuítica "restricción mental"
según la cual en realidad no había tenido
ningún hijo, pues lo que había tenido era
una hija, que además ya había muerto.
Precisamente la misma Rodis-Lewis le excusa de esta
acusación especificando de manera cándida que
"sólo había tenido esta hija y ya estaba
muerta"[47], como si una fuera igual a
ninguna y como si el hecho de que ya estuviera muerta
equivaliese a que no la hubiera tenido, al margen de la nula
importancia moral de esta anécdota de carácter
biográ-fico que ayuda a comprender un poco más la
personalidad del pensador francés.

-En este mismo año Descartes conoce a Clerselier,
admi-rador suyo, propagador de sus ideas, editor de algunos de
sus escritos, y cuñado de Chanut, que sería
embajador de Francia en Suecia y pondría a Descartes en
contacto con la reina Cristina.

-Reneri comienza a explicar en Utrecht la
filosofía de Descartes.

1637: -Se publica en Leiden El Discurso del
Método
, la obra más conocida de Descartes, que
tuvo el "detalle" bien calculado de enviar copias al rey
Luis XIII, al cardenal Ri-chelieu, al embajador
francés en La Haya, al cardenal Bagni y al
cardenal Barberini, autoridades políticas y
religiosas con cuya buena predisposición sentía la
necesidad de contar.

-Beaugrand acusa a Descartes de haber cometido plagio en
sus trabajos de Matemáticas a partir de las obras de
Viète y de Harriot. A su vez, Descartes critica la obra de
Fermat, la de Beaugrand y las de otros matemáticos.
Considera en gene-ral que sus críticos son "necios y
blandos, y arrogantes", que mantienen opiniones "falsas e
irracionales", y recibe cual-quier crítica a su obra como
un ataque personal o como una muestra de la falta de capacidad de
sus críticos para comprenderle.

-En una carta a Mersenne le dice: "Mi geometría
es a la geometría común lo que la
Retórica de Cicerón es al
abecé del
niño"[48].

-Según Rodis-Lewis, Descartes "dejó Leiden
durante seis semanas, buscando una nueva residencia alejada para
que viniera su hija"[49], pero el hecho de que
tratase de ocultar la existencia de su hija hace difícil
de entender que luego, según escribe Rodis-Lewis,
pretendiese llevársela a Francia. En aquellos momentos
Descartes decide que Helena y Francine vayan a vivir con
él a su nuevo alojamiento y que Helena trabaje de criada
de su casera.

1638: -Trabaja en medicina intentando encontrar
la manera de prolongar la vida humana hasta los cien años
y manifiesta su intención de dedicar toda su vida a estos
estu-dios[50]Durante este tiempo Descartes se
dedica también a la Biología: Disecciona animales
(peces, conejos…) y refirién-dose a ellos dice:
"Ésa es mi biblioteca", lo cual tiene el interés de
mostrar que, al menos durante cierto tiempo, concedió
cierta importancia a la experimentación, a pesar de que en
su método y en su sistema estuviera tan
ausente.

-Ambiciona abarcar todo en sus estudios, pero tal
pretensión es sólo una muestra de la
megalomanía que mani-fiesta en muchas de sus aspiraciones,
pues en su tiempo la amplitud de los conocimientos era ya tan
extensa que era realmente absurdo pretender abarcarlos –y
mucho más si, como pretendía el pensador
francés, se intentaba llegar al conocimiento de todo lo
conocido y de todo lo que estaba por conocer, objetivo que en los
Principio de la Filosofía afirmó haber
culminado-.

-A pesar de estar tan entusiasmado con los estudios de
medicina, en una carta a Mersenne Descartes le habla de la
Geometría aplicada a todos los fenómenos de la
naturaleza:

"Sólo he resuelto dejar la geometría
abstracta […] para tener más tiempo libre para
cultivar otra clase de geome-tría, que se propone la
explicación de todos los fenó-menos de la
naturaleza […] toda mi física no es sino
geometría"[51].

Tiene interés recordar en este sentido que ya
ante-riormente Galileo había escrito: "El universo
está escrito en caracteres matemáticos",
comprendiendo que sin un conoci-miento de esta ciencia era
imposible avanzar en el conoci-miento de las leyes del Universo.
La diferencia esencial entre ambos pensadores consistía en
que, mientras Descartes pre-tendía explicarlo todo
mediante la razón y las Matemáticas,
Galileo comprendió que la experiencia era tan
importante o más que la razón y las
Matemáticas para el avance en las ciencias experimentales,
de manera que, sin su ayuda, era imposible avanzar un solo paso
en la comprensión de la realidad física.
Posteriormente Kant, desde una perspectiva similar a la de
Galileo, en la Crítica de la Razón Pura
escri-bió que las intuiciones sin los conceptos eran
ciegas y que los conceptos sin las intuiciones eran vacíos
o, lo que es lo mismo, que la experiencia sin la razón no
podía explicar nada sino sólo ofrecer un simple
torrente de sensaciones inco-nexas, mientras que la razón,
sin un material al que aplicarse, no podía avanzar un solo
paso en el conocimiento de la realidad empírica.

1640: -Termina las Meditaciones
Metafísicas
, aunque las publica en 1641.
Señala Rodis-Lewis que "Mersenne, sin preguntarle a
Descartes, hizo llegar su manuscrito a dos filó-sofos
originales: Hobbes y Gassendi, cuyo sistema era incom-patible con
el nuevo espiritualismo dualista. Hobbes presentó algunas
objeciones sobre los Ensayos. Pocos días
después Descartes dijo que prefería no relacionarse
con el "inglés":

"No podríamos [conversar] sin convertirnos en
enemigos […] No creo tener que responder nunca más
a lo que pudiera enviarme este hombre, que creo tener que
despreciar al máximo"[52].

-Se produce una fuerte polémica entre Descartes y
Voetius, rector de la universidad de Utrecht, en torno a
cuestiones teológicas y en especial en torno al problema
del libre albedrío. Voetius defendía la
posición de Calvino, mientras que Descartes adoptó
una postura similar a la de Arminio (1560-1609), que había
sido profesor en Leiden y había defendido el libre
albedrío. Regius colaboró con Descartes en su
enfrentamiento con Voetius. El Sínodo de Dort
rechazó las opiniones de Descartes, reafirmando la
ortodoxia calvinista. Finalmente el senado de la universidad de
Utrecht prohibió la enseñanza de la
filosofía cartesiana. En una carta al jesuita Dinet,
Descartes insultó y atacó dura-mente a Voetius,
tratándole de loco, de hipócrita y de enemigo de la
verdad, y acusándole de haberle calumniado.

-En ese mismo año fallecen Francine, y
también el padre y la hermana de Descartes.

-Por lo que se refiere a Helena Jans los
biógrafos como Baillet, Rodis-Lewis o R. Watson dejan de
mencionarla, como si no hubiese más datos de su vida o
como si Descartes se hubiera despreocupado de ella por completo.
Sin embargo Desmond M. Clarke cuenta que Helena se casó
después, que el propio Descartes actuó como testigo
de su boda en el año 1.644 y que posiblemente
regaló a Helena una parte de los 1.000 florines
estipulados en el contrato
matrimonial[53]

-Según Watson, Descartes rectificó "los
convenios que su hermano Pierre había hecho con las
propiedades que Des-cartes había heredado de su padre en
1640. Y exigió otra parte de las ciento veintiséis
mil ochocientas cuarenta libras que su padre había dejado
[…] Así que tenemos a un hol-gazán, autor de
varios libros controvertidos, que aparece tras quince años
de ausencia y cuatro años después de la muerte del
padre para reclamar parte de la herencia […] Quizá
le dieran veinte mil libras".[54] Y, aunque Watson
exagera al considerar a Descartes un "holgazán", lo que
sí resulta algo llamativo es que sólo se acordase
de su padre a la hora de ir a buscar la herencia, pues, desde que
se fue a Holanda en 1628, no volvió a verlo ni una sola
vez. Por eso, aunque se habla de una carta escrita por Descartes
a su padre en una fecha poste-rior a la de su muerte –la
carta es del 28 de octubre de 1640, mientras que su padre
había sido enterrado ocho días antes-,
comunicándole que pensaba ir a verle, podría ser
que esa carta hubiera sido escrita una vez que Descartes se hubo
ente-rado del fallecimiento de su padre. En relación con
esta cues-tión Rodis-Lewis escribe que hacia aquellas
fechas Descartes tenía la intención de ir a ver a
su padre[55]¡Sospechosa casualidad! Escribe
Watson que, en esa carta, Descartes explicaba a su padre y a su
hermano que vivía en Holanda para evitar que los
aristotélicos lo persiguieran por sus
ideas[56]La carta, al parecer, se perdió,
pero tal explicación de su exilio se parecía a una
petición de perdón por su despego de la familia y
pudo ser una explicación veraz, aunque algo tardía,
de lo que le sucedió el año en que marchó a
Holanda en 1628, aunque no exactamente para evitar a los
aristo-télicos sino a la jerarquía
católica francesa
, como ya se ha comentado
antes.

Por otra parte y como explicación de la actitud
distante del pensador francés respecto a su padre conviene
recordar que durante su infancia hasta los diez años
Descartes no recibió ningún cariño especial
por parte de aquél, pues había pasado esos
años de su infancia en casa de un tío abuelo, y
desde los diez hasta los dieciocho años estuvo internado
en el colegio de jesuitas de La Flèche.

-La herencia de su padre[57]le
sirvió para continuar con su ritmo de vida y con sus
viajes durante casi toda esta última década hasta
que, arruinado, buscó en la corte de la reina Cristina de
Suecia una solución para sus problemas económicos y
para los que se había creado por sus fuertes discusiones
con diversos teólogos holandeses.

-Durante estos años, Descartes estuvo ilusionado
con la idea de que los jesuitas pusieran su propia
filosofía como libro de texto en sus
colegios[58]

1641: -Se publican sus Meditaciones
Metafísicas.

-El jesuita Bourdin escribió una crítica
contra la filosofía de Descartes. Descartes se
enfadó y en una carta a Mersenne amenazó con atacar
a toda la orden de los jesuitas y le dijo además que, si
seguían oponiéndose a su filosofía,
haría un examen crítico de "algunas de sus clases,
y […] de tal modo que les supondría una
vergüenza para siempre"[59]. Sin embar-go,
parece que, con la esperanza de que los jesuitas pusieran como
texto en sus colegios un libro de su propia filosofía,
procuró reconciliarse con Bourdin y con sus antiguos
maes-tros[60]Esta reconciliación –a
la vez que su interés por con-seguir que adoptasen su
filosofía como texto- la demuestran las cartas que
confió Descartes al propio Bourdin, junto con el encargo
de que llevase una docena de ejemplares de su filosofía
para que los distribuyera en el colegio de La
Flèche[61]

1642: -Descartes conoce a la princesa Elisabeth
de Bohemia e inicia su correspondencia con ella. Rodis-Lewis
presenta este hecho de un modo un tanto peculiar. Escribe que
"fue a través de Pollot, en 1642, como la princesa
Elisabeth conoció a Descartes y lo incitó a
desarrollar su pensamiento moral"[62], poniendo a
Descartes en primer plano y a la princesa en segundo, como si
Descartes fuera una especie de dios a quien la princesa hubiera
tenido el honor de llegar a conocer en lugar de decir simplemente
que "se cono-cieron", teniendo en cuenta además que era
Descartes -y no la princesa Elisabeh- el objeto de la
biografía, aunque luego atribuyó a la princesa el
mérito de haber incitado a Descartes a desarrollar su
"pensamiento moral". Esta amistad que en este momento se iniciaba
desembocaría muy pronto en un enamoramiento apasionado
–aunque contenido- de Descartes por la princesa.

-Muere Richelieu. Parece que este hecho –al igual
que la anterior muerte del cardenal Bérulle en 1629- tuvo
una influencia positiva en los posteriores viajes de Descartes a
Francia, viajes realizados ya con un sentimiento de mayor
seguridad y sin el temor que le había llevado a marchar a
Holanda en 1628.

-Muere Galileo.

1643: -Voetius, rector de la universidad de
Utrecht, acusa a Descartes de ateísmo, y Descartes le
responde de modo muy agresivo. Las autoridades de Utrecht
consideran que Descartes ha difamado a Voetius y llevan el caso a
juicio. El pensador francés recurre al príncipe de
Orange y al final se consigue paralizar la disputa y las
tensiones entre ambos.

-Torricelli inventa el barómetro.

1644: -Se publica la obra de Descartes
Principios de la Filosofía, dedicada a la
princesa Elisabeth de Bohemia. Leon Petit considera que
estuvieron enamorados. G. Rodis-Lewis se muestra de acuerdo,
aunque considera que se trataría de un "amor
platónico". La lectura de la correspondencia entre ellos
demuestra que el enamoramiento se habría producido por
parte de Descartes y que la princesa correspondía al
afecto de Descartes con un sentimiento de amistad, pero estando
muy lejos de sentir por él una pasión similar.
Señala Watson que la princesa Elisabeth le
agradeció la dedicatoria de los Principios de la
Filosofía
, pero "no se detuvo en las frases de
adoración que, según Petit, constituían una
declaración pública de amor por parte del
filósofo"[63]. Desde luego, el
enamoramiento de Descartes resulta evidente leyendo deter-minados
párrafos de la dedicatoria de esta obra y también
de sus cartas, en los que le manifiesta su amor con una claridad
inequívoca. Así, en su dedicatoria le
dice:

"nunca encontré a nadie que haya entendido tan
perfec-tamente los escritos que he publicado […] pero me
resulta imposible no dejarme arrebatar por un senti-miento de
enorme admiración cuando considero que un conocimiento tan
vario y tan perfecto de todas las cosas no se halle en un viejo
sabio que ha empleado muchos años en instruirse, sino en
una princesa, joven aún, cuya belleza y edad se parece
más a la que los poetas atribuyen a las Gracias que a la
de las Musas o de la sabia Minerva […] Y esta
sabiduría tan perfecta que advierto en Vuestra Alteza me
ha subyugado tanto […] que no tengo más deseo de
filosofar que el de ser el devoto servidor de su Alteza
Serenísima"[64].

Posteriormente, en su carta del 31 de enero de 1648,
cuando su amor se ha convertido en una pasión
especialmente intensa, le escribe:

"Nada podría impedirme preferir la dicha de vivir
donde vive vuestra alteza, si la ocasión se presentara, en
mi propio país u otro lugar, fuera donde
fuese".

Y, del mismo modo, el 22 de febrero de 1649, cuando se
aproximaba ya el momento de tomar una decisión acerca de
su viaje a la corte de la reina Cristina, insiste de manera
más claramente expresiva en lo que no parece que pueda
interpre-tarse de otro modo que como una abierta
declaración de amor:

"No hay lugar en el mundo tan tosco o incómodo
como para que no me sintiera feliz de pasar el resto de mis
días, si vuestra alteza estuviera allí".

Sin embargo y a pesar de estas pruebas, Watson
mani-fiesta sus dudas acerca de esta pasión con el
argumento de que Descartes era admirador del Amadís de
Gaula
y que conocía –y sabía utilizar-
las convenciones galantes sin que ello tuviera un significado
especialmente trascendente[65]Sin embargo, esa
objeción no resulta nada convincente teniendo en cuenta la
serie de ocasiones en que Descartes siente el impulso
irreprimible de manifestar su amor a la princesa, lo cual, al no
poderlo hacer en términos directos y evidentes, pudo
intentar disfrazarlo como simples "expresiones galan-tes",
según escribe Watson, aunque reflejasen lo que Descar-tes
sentía realmente por la princesa. Por otra parte, ese
senti-miento no parece haber surgido en el momento en que se
conocieron sino que fue creciendo paulatinamente hasta que se
hizo tan intenso que a Descartes le fue imposible evitar aludir a
él en diversos párrafos de sus últimas
cartas antes de su marcha a la corte sueca. En relación
con este sentimiento tiene interés hacer referencia a una
carta a Chanut en la que, con ocasión de hablarle del tema
del amor a Dios, le comenta la dificultad que siente para
manifestar a una persona de mayor rango el amor que pueda
provocar en uno en cuanto se considere que el amor iguala a las
personas, por lo que decla-rar tal amor implica considerar que la
distancia entre ambas personas ha dejado de existir, lo cual
podría dar lugar a que la persona amada de mayor valor
pudiera considerar que "la ofendemos al considerarnos su igual".
Y, en consecuencia, habría ocasiones en que se
disfrazaría el sentimiento de amor mediante otras
expresiones que sólo de manera indirecta
declararían ese sentimiento subyacente en ellas y cuyo
significado sería el de tratarse de "una pasión que
nos mueve a unirnos de voluntad con algún objeto sin parar
mientes en que ese objeto sea igual, mayor o menor que
nosotros"[66]. Escribe Descartes en este
sentido:

"Cierto es también que ni los usos del habla ni
la urbanidad permiten que digamos, a quienes son de
condición mucho más alta que la nuestra, que nos
inspiran amor, sino únicamente que los respetamos, los
honramos, los estimamos y sentimos celosa devoción por
servirlos. Y creo que ello se debe a que, cuando la amistad une a
los hombres, puede considerarse que, hasta cierto punto, iguala a
aquéllos que la profesan de forma recíproca. Y, en
consecuencia, si, al intentar ganarnos el amor de algún
grande, le dijéramos que lo amamos, podría pensar
que le ofendemos al considerar-nos su igual […] Y si
preguntase a vuestra merced si no ama acaso a esa gran Reina en
cuya corte se halla ahora, por mucho que me dijera que no siente
por ella sino respeto, veneración y pasmo, no por ello
dejaría de opinar que le inspira también muy
ardiente afecto"[67].

Precisamente esas expresiones relacionadas con el
respe-to, la honra, la estima y la celosa devoción son
especialmente frecuentes en las cartas de Descartes a la princesa
Elisabeth, expresiones que no utiliza de manera simplemente
formal, para cumplir con los ritos epistolares de la
época, sino preci-samente como una manera de decir lo que
siente, disfra-zándolo con expresiones que podían
ser interpretadas en ese sentido formulario en lugar de
entenderse en su significado literal, relacionado con el amor que
sentía hacia la princesa.

Por ello, cuando Watson escribe que "lo más
increíble de la relación de Descartes con Elisabeth
[…] es que él le dedicara sus
Principios"[68], el hecho de que tal
dedicatoria le parezca increíble obedece precisamente a
que no comparte la idea de que Descartes estuviera realmente
enamorado de la princesa. Pero, si hubiera contado con esa
hipótesis, habría comprendido perfectamente que
Descartes hubiera escrito tal dedicatoria y que no le importase
en absoluto que la princesa fuera protestante ni que los jesuitas
rechazasen su texto por estar dedicado a una mujer de
religión protestante.

-En ese mismo año Descartes viajó de nuevo
a Francia para seguir negociando sobre la herencia de su padre,
pues estaba descontento con las gestiones de su hermano
Pierre.

También por ese tiempo Descartes conoció a
Clerselier, admirador y traductor de una parte de su obra, y
éste le presentó a su cuñado Pierre Chanut.
Según escribe Rodis-Lewis, "su simpatía mutua fue
inmediata"[69], pero la realidad es que esa
simpatía no parece que fuera tan inmediata sino que
apareció dos años más tarde, justo cuando
Chanut fue nombrado embajador en la corte de la reina Cristina de
Suecia. Fue en ese momento del año 1646 cuando Descartes
le escribió:

"El trato prolongado no es necesario para forjar
amista-des estrechas, cuando se basan en la virtud. En cuanto
tuve la ocasión de veros, fui completamente
vuestro"[70].

No parece especialmente difícil apreciar hasta
qué punto su simpatía hacia Chanut era
desinteresada o en qué medida pudo estar condicionada por
el conocimiento de los favores que a través de él
podía conseguir, tanto en Francia como especialmente en la
corte sueca[71]Chanut no era una persona
interesada en la filosofía pero era una persona
especialmente religiosa. Estando ya en Suecia como
diplomático, Descartes le escribió una carta
llamativamente extensa, que trataba de asuntos teológicos
y morales desde una perspectiva bastante mística, nada
habitual en sus escritos, pretendiendo impre-sionar a Chanut al
aparentar tener unas preocupaciones religiosas afines a las suyas
y ganarse así su simpatía, de forma que, por su
mediación, pudiera a continuación ponerse en
contacto con la reina Cristina, como en efecto
sucedió.

-Gassendi escribe contra Descartes.

1645: -En una carta a E. Charlet, profesor en La
Flèche y familiar de Descartes, a quien llega a considerar
como su "segundo padre", le reconoce –¡justo en este
momento!- todo lo que ha recibido de él en su juventud, e
insiste en lo beneficioso que sería sustituir la
filosofía de Aristóteles por la suya, de la que no
duda que, "con el tiempo será general-mente aceptada y
aprobada" y que el apoyo de los jesuitas puede ser muy
útil para este cambio[72]

Descartes solicita a Chanut –con su manera
especial de solicitar, esto es, aparentando que hace un favor a
quien él lo solicita- su influencia ante la reina Cristina
hablándole de él a fin de que ésta demande
su presencia en la corte de Suecia y así obtener un cargo
en dicha corte. Descartes comenzaba a tener problemas
económicos como consecuencia de que se le iba agotando la
herencia de su padre. Por ello además, a partir de estos
momentos se perocupó por conseguir alguna fuente de
ingresos que le siguiera proporcionando una seguridad
económica, como la obtención de una pensión
o un cargo en la corte del rey Luis XIV o, tal vez, en la de la
reina Cristina, pues sus gastos eran considerables. A todo esto
se añadía que se estaba sintiendo a disgusto en
Holanda como consecuencia de los ataques a su filosofía y
de sus problemas personales con diversos teólogos
protestantes.

1646: -Descartes intensifica su relación
con Chanut con la finalidad, más o menos consciente, de
que éste le consiga un cargo en París o le ponga en
contacto con la reina Cristina de Suecia. Resulta muy
significativa a este respecto una carta de noviembre de este
mismo año en la que le dice:

"Desde el primer momento en que tuve el honor de conocer
a vuestra merced, le entregué toda mi confianza, y como he
tenido después el atrevimiento de granjearme su
benevolencia, le ruego que crea que no podría serle
más devoto si toda mi vida hubiera transcurrido a su
lado"[73].

En esa misma carta le dice igualmente:

"Nunca he tenido tanta ambición como para desear
que gentes tan encumbradas conocieran mi nombre […] Pero
como […] ya soy conocido por un sinfín de eruditos
que interpretan mal mis escritos y buscan maneras de
per-judicarme a toda costa, siento gran afán de ser
conocido también por gentes del mayor rango, que tengan el
poder y la virtud de ser capaces de
protegerme"[74].

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11
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